Las razas caninas

INTRODUCCIÓN

Hoy en día se encuentra aceptada la teoría por la que el perro no resulta ser sino un lobo domesticado. Por domesticación se entiende aquella situación en la que una especie animal o vegetal pasa a vivir en cautividad, es decir, bajo el control de la mano del hombre.


Desde que los procesos de domesticación se iniciaron, el ser humano aprendió rápidamente a reconocer y seleccionar determinados individuos que, por una u otra razón, se adaptaban mejor a sus necesidades o a sus preferencias. Como resultado de dicho proceso de selección han ido apareciendo en la historia diferentes variantes de perros que reciben el nombre de razas. Por raza pues se entiende aquel grupo de animales que comparten toda una serie de características comunes, morfológicas, funcionales y de temperamento, que los distinguen del resto de los miembros de su especie.
Aunque el conocimiento objetivo sobre la genética no llega hasta prácticamente el siglo XX, el hombre ha poseído desde la Antigüedad una cierta sabiduría en lo que se refiere a la transferencia de ciertas características de padres a hijos. En Roma, por ejemplo, ya se poseen ideas muy claras sobre la posibilidad de seleccionar animales en función de sus características heredables. El proceso de diversificación de las razas caninas no se ha producido de forma uniforme a lo largo del tiempo.
La primera raza en aparecer en la historia podría ser el Saluki, o Lebrel persa. De hecho, el término raza encuentra su origen en el mundo árabe, donde se aplicó en primer lugar al caballo y más tarde al perro. Las primeras muestras claras en las que puede apreciarse un cierto grado de diferenciación provienen del arte figurativo, fundamentalmente procedente de Egipto, Babilonia y Asiria. Es necesario trasladarse a la Grecia clásica para acceder a las primeras referencias escritas sobre las razas caninas. Así, en el año 300 a. C., el filósofo y también zoólogo Aristóteles clasifica diferentes razas en función de su procedencia geográfica.
Los romanos parecen ser la primera cultura que realiza una clasificación sistemática de sus perros de caza, en este caso tomando como criterio de agrupación la función a la cual cada raza ha sido destinada. En ese sentido se hacía referencia a aquellos animales más aptos para la caza, aquellos más adecuados para la defensa y aquellos cuyas características les permitían intervenir como luchadores junto a las legiones del Imperio.
Puede verse, pues, que al margen del papel desempeñado por el perro en cada momento histórico, es muy importante tener en cuenta que la clasificación por razas, más aún, el propio concepto de raza no es sino una invención del ser humano. Desde que el hombre es hombre ha sentido la necesidad de ordenar y clasificar todo aquello que le rodea. De ese modo el ser humano ha puesto nombre a las estrellas del firmamento, a los mares, a las estaciones del año y también a todos los seres vivos con los que comparte su existencia sobre la tierra.
Si se desea entender correctamente la evolución del perro desde que convive con el hombre, no sólo deben tenerse en cuenta los cambios objetivos que ha experimentado a los largo de la historia sino también los cambios que han sufrido lo propios sistemas de clasificación qu el hombre ha utilizado en su descripción. Dichos cambios se relacionan con las peculiaridades propias de cada uno de los momentos históricos y dentro de ellos con las características diferenciales de cada cultura determinada.
LA APARICIÓN DE LA ESPECIALIZACIÓN
Con la caída del Imperio Romano el proceso de selección de razas entra en un punto muerto, al menos en lo que se refiere a la documentación existente sobre el tema. Con la Edad Media, aparece un nuevo sistema político y social, el feudalismo. La llegada del orden feudal marca el inicio de una nueva etapa en la evolución histórica de las razas caninas. La importancia que sobre todo la caza adquiere en el seno de la aristocracia feudal, como símbolo de poder, hace que la posesión de perros destinados específicamente a tal fin se convierta en un indicativo directo de estatus social.
En los monasterios se inicia la cría selectiva de ejemplares que serán vendidos a señores feudales o que quedarán en manos de los propios monjes. Es durante esa época cuando aparece la especialización en el sentido de la obtención de razas adecuadas para funciones muy específicas, por ejemplo, para cada tipo de caza y cada tipo de presa en concreto. De esa forma el perro va ganando una importancia cada vez mayor llegándose a equiparar en el mercado con el valor de un esclavo. Además de sus funciones como asistente en la labores de caza, el perro conserva e incluso ve potenciadas sus aptitudes como guardián o como soldado en una época donde abundan los conflictos bélicos y el vandalismo.
El descrito proceso de expansión tras los silenciosos siglos de dominio bárbaro continúa hasta la llegada del Renacimiento. Durante el Renacimiento se ven potenciados los aspectos más puramente lúdicos que supone la presencia del perro en la sociedad. En este período se inician las carreras de Greyhounds y la posesión de perros  cazadores de élite adquiere una importancia sin precedentes en la historia.
EL SIGLO XIX
El  siglo XIX es testigo de una de las revoluciones socioculturales más importantes que ha vivido la humanidad. La revolución industrial en el terreno económico, el liberalismo que domina el pensamiento novecentista y la  llegada del darwinismo van a incorporar aspectos totalmente nuevos a la concepción que la sociedad tiene del perro.
A mediados del siglo XIX, la posesión de un perro y la selección y creación de determinadas razas se convierte paulatinamente en un hecho estético, en detrimento de otros criterios más funcionales. En ese momento aparecen las estrictas definiciones de cada raza (estándar) a las que hoy en día estamos acostumbrados y es cuando empieza a producirse la fuerte comprensión de la variabilidad que los concursos caninos no sólo influye sobre la cría de los ejemplares de las razas existentes hasta ese momento, sino que incentiva la creación de nuevas variedades. De hecho, es a lo largo de los últimos cien años cuando aparece la mayoría de razas que  se conocen en la actualidad.
La consecuencia más directa de la  instauración de competiciones caninas es la creación de los clubes de razas cuya influencia llega hasta nuestros días. Casi de forma paralela aparecen las sociedades caninas, cuya función es aglutinar a los diferentes clubes de razas existentes en una área determinada. La primera sociedad canina se constituye en Birmingham en 1860 y trece años después aparece el Kennel Club Británico.
Ante los cambios acontecidos en los años precedentes, en 1880 se redefine el concepto de raza como aquellos individuos que pertenecen a una sociedad canina determinada. En 1882 aparece en Francia la Sociètè Centrale Canine y en 1883 es creado el American Kennel Club. Finalmente, en 1911, varios países europeos dan pie a la creación de la Federación Cinológica Internacional (F.C.I.).
La F.C.I. reparte las razas caninas en diez grupos diferentes:
Grupo I                Perros de Pastor
Grupo II               Perros de guarda, defensa y utilidad
GrupoIII              Terriers
Grupo IV             Teckels
Grupo V               Perros de tipo Spitz y tipo primitivo
Grupo VI             Sabuesos y perros de rastro
Grupo VII            Perros de muestra
Grupo VIII          Cobradores y levantadores de caza
Grupo IX             Perros de compañía
Grupo X               Lebreles
Esta clasificación se basa en criterios de funcionalidad y orígenes, por lo cual no es raro que una raza salte de un grupo a otro en las revisiones periódicas que se realizan al respecto. Es muy importante indicar que la clasificación funcional de las razas atiende muchas veces a la función que dicha raza recibió en el pasado y que puede haber variado en el presente, donde cada vez más los criterios puramente estéticos rigen la selección y la mejora de muchas razas. Es importante remarcar que la clasificación de razas que sigue la F.C.I. no se guía, como criterio de agrupación prioritario, por los  orígenes y parentescos históricos que pueden existir entre las diferentes razas caninas. Por ello, dos razas pueden compartir su pertenencia a un determinado grupo no existiendo entre ellas ninguna relación en lo que respecta a su origen histórico.

VOCABULARIO CINOLÓGICO BÁSICO
Raza: conjunto de perros que comparten toda una serie de características y peculiaridades morfológicas, fisiológicas y de comportamiento, que los diferencian del resto de los miembros de su especie.
Variedad: característica presentada por determinados miembros de una raza, suficiente para justificar una denominación, siempre dentro de dicha raza, que haga referencia específica a dichos individuos. La descripción de ciertas variedades en el seno de una determinada raza acostumbra a relacionarse con la existencia de diferentes tallas y, sobre todo, de diferentes tipos de pelaje (por ejemplo, se cuentan distintas variedades de Pastores Belgas en función del pelaje; así, el Pastor Belga Groenendael, de color negro, se diferencia del Pastor Belga Tervueren, cuyo manto es leonado, si bien ambas variedades se incluyen dentro de la denominación común de Pastor Belga).
Estándar: conjunto de características que hacen posible la descripción y la tipificación de una raza determinada. El estándar de una raza no es un concepto inamovible, pudiéndose ver modificado en función de cada país, de cada club de razas y de cada momento histórico en concreto.
Falta o defecto: característica o rasgo presentado por un determinado ejemplar, que no se ajusta exactamente al estándar descrito para la raza a la cual pertenece.
Pedigree: árbol genealógico al que pertenece un determinado ejemplar de raza.













1 comentarios:

whittleysachtleben dijo...

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